Este día festivo se debe a la conmemoración de uno de los grandes sucesos que marcaron la historia de nuestro país. –este 20 de noviembre se celebran 111 años de la Revolución Mexicana– Día en el cual, se inició el levantamiento armado convocado por Francisco I. Madero para poner fin al gobierno de Porfirio Díaz, y establecer elecciones libres y democráticas.
Seguramente en la escuela o los libros de historia te hablaron de fechas, lugares, el contexto social de la época y de los grandes guerrilleros que sobresalieron en este movimiento. Sin embargo, son muchos los mitos y realidades que acompañan la historia mexicana, por ejemplo, la característica de un hombre de escasos recursos que le dieron a Zapata -cuando en realidad no era pobre- o los nombres de Francisco I. Madero o Francisco Villa.
Ahora bien, cuando hablamos de la lucha revolucionaria tenemos que resaltar el papel de las mujeres, ya que fue muy importante conforme la guerra se extendía y que actualmente conocemos como las famosas Adelitas y a continuación, te contamos parte de su origen.
«Popular entre la tropa era Adelita»
Adela Velarde Pérez fue la primera Adelita. A la edad de 15 años se incorporó a las filas de la lucha revolucionaria como enfermera en la Asociación Mexicana de la Cruz Blanca -grupo formado por Leonor Villegas de Magnon- atendiendo a heridos del Ejército Constitucionalista.
Adelita, como la llamaban, participó en contra de la Usurpación Huertista, motivo por el que se le consideró de manera oficial, veterana de la Revolución el 22 de febrero de 1941.
En 1971, Adela Velarde falleció en Estados Unidos. Sus retos descansan en el cementerio de San Felipe en Del Río, Texas.
No hay Revolución sin Adelitas, ni Adelitas sin rebozo.
La producción agrícola, el uso de armas de fuego y hasta ser parte de estrategias militares fueron tareas que las mujeres desempeñaron en apoyo a la Revolución, sin embargo, por diversas circunstancias fueron obligadas a entrar en combate rompiendo así, los esquemas sociales de aquella época e impulsando tiempo después a una liberación femenina con vista a la democracia.
En la actualidad, los mexicanos podemos tener una imagen muy presente de las Adelitas, -gracias al acervo fotográfico del mexicano Agustín Víctor Casasola y a los desfiles que año tras año se llevan a cabo en el Zócalo de la CDMX- aquellas mujeres que portan grandes faldas, inmensos sombreros de paja, rebozos, con botas o huaraches, cintillas y eso sí, siempre con armas y carrilleras con balas cruzadas en el pecho.
Y así nació el corrido…
Cuenta la historia que Adela Velarde sostenía un intenso romance con el sargento Antonio Gil del Río Armenta, quien formaba parte del ejército de Villa. Se dice que ambos estaban profundamente enamorados, y que cada noche el sargento tocaba su guitarra y cantaba canciones de amor para Adela.
No obstante, el amor de la pareja terminaría inesperadamente en la batalla de 1914 en Torreón –también conocida como Batalla de Gómez Palacio-, uno de los episodios más sangrientos de la lucha revolucionaria; donde el sargento Del Río fue alcanzado por las balas, cayendo moribundo entre los brazos de su amada. Dicen que en su último aliento el sargento le dijo a su ‘Adelita’ que había un regalo para ella dentro de su mochila. Cuyo regalo resultó ser ¡el famoso corrido!
Tiempo después, Adela se lo mostraría a los músicos de la brigada, quienes lo interpretarían y que con el paso del tiempo, se volvió uno de los corridos más famosos e icónicos de la Revolución Mexicana.