Enfoque Informativo

Enamorarte es una de las mejores experiencias que puedes tener en la vida. Más allá de las mariposas en el estómago y todas esas sensaciones maravillosas, una relación amorosa te llena de vitalidad y de ganas de vivir.

El problema es que si idealizas el amor y le das un significado irreal, comprometes tus expectativas de una forma inadecuada que después podría llevarte a sufrir.

No es fácil equilibrar tus emociones y tus expectativas  cuando amas a alguien, en especial si estás en la etapa de enamoramiento. En realidad, esto no se trata de contener lo que sientes, ni de ponerle límite a tus vivencias, sino de no perder de vista el horizonte. Cuando idealizas el amor, te niegas a ver ese horizonte y es entonces cuando podrías perder la perspectiva.

¿Cómo saber si eres presa de esa idealización? Las siguientes son cinco señales de esto.

Crees que el amor y la felicidad son sinónimos

Si idealizas el amor, es probable que tengas la convicción de que amar a tu pareja y ser correspondido equivale a resolver el eterno problema de la felicidad  humana. En realidad, tienes y no tienes razón. La tienes porque, en verdad, amar y ser amado produce una gran dicha. No la tienes, porque también los desencuentros y los problemas forman parte del amor.

No solo tú, sino todos desearíamos escribir la palabra “felicidad” en mayúsculas. Sobre todo, nos encantaría que esos estados de dicha plena duraran para siempre. Por desgracia, no es así, y mucho menos en el terreno del amor. Este sentimiento también lleva implícito un cúmulo de dificultades e insatisfacciones. Quizás al comienzo no lo veas así, pero sucede con el tiempo. Además, es normal y saludable.

Piensas que cada persona tiene un “amor de la vida” y que solo debe encontrarlo

Se ha extendido mucho la idea de que cada persona tiene “un amor de la vida”. Es una versión matizada del famoso mito de la media naranja. Tiene que ver con la creencia de que en alguna parte hay alguien con quien puedes encajar de una forma perfecta. Así las cosas, tu único problema estaría en encontrar a esa persona y, por supuesto, reconocerla.

Cuando piensas de esa manera, vas a evaluar cada nueva relación en función de qué tanto cumple con esa gran expectativa que tienes. El punto es que una y otra vez comprobarás que no hay nadie “perfecto” para ti. Mientras tanto, quizás habrás dejado pasar a muchas personas con las que hubieras podido construir una relación imperfecta, pero real. A esto te expones si idealizas el amor.

Tienes la convicción de que el verdadero amor dura para siempre

Esta es otra de las ideas recurrentes sobre el amor. Dice que cuando el sentimiento es verdadero, dura para siempre. Es posible que así sea, en mayor o menor medida. La cuestión problemática está en que eso no significa que permanezca intacto o que no tenga que reformularse y transformarse más de una vez.

Tampoco significa que la relación como tal dure para siempre. Quizás esa persona a quien has amado siempre va a ocupar un lugar especial en tu corazón, pero también es posible que eso no sea suficiente para construir y mantener una relación estable. Es una de las realidades que pierdes de vista cuando idealizas el amor.

Crees que quien te ama nunca te hará daño

El romanticismo es un rasgo hermoso que da color a las relaciones y a la vida misma. Sin embargo, también hace daño cuando se exagera. Puede llevar, por ejemplo, a pensar que una persona que te ama jamás va a causarte algún daño. Dicho de otra manera, que el otro deja de ser humano solo porque te ama.

Ojalá cada uno de nosotros pudiera amar a otra persona de una manera tan perfecta que solo le diéramos dicha plena. En el mundo real, nadie deja del todo sus egoísmos, sus intolerancias y todos sus defectos, solo porque ama a otra persona. Todos somos falibles y también fallamos al amar.

Piensas que el amor tiene mucho que ver con el destino

Si idealizas el amor, es probable que también idealices algunos aspectos de la vida. Entre ellos, el tema del destino. Quizás pienses que todo está escrito de antemano y que no es necesario trabajar y luchar para construir una relación estable y satisfactoria. No es así. El amor también requiere de esfuerzos, inteligencia y, muchas veces, sacrificios.