Por: Noé Mondragón Norato

Quieren pelear la elección presidencial de 2024, pero sin cartuchos en su oxidada pistola. Porque los que se dispararon ya no sirven. Además de enmohecidos, la mayoría están percutidos y quemados. Imposible regresar a los pequeños cilindros, la pólvora y el plomo disueltos por la acción del disparo. La única apuesta de los priistas guerrerenses consiste en que las armas de sus adversarios morenistas se les atasquen. Que la bala se les trabe en la recamara y queden imposibilitados para hacer fuego. El problema es que aquellas armas están nuevas. Y aunque ocurre, difícilmente podrían encasquillarse. Basta con anticipar algunas variables de ese inevitable duelo.

CAMBIAR PARA SEGUIR IGUAL. – Las cabezas de los grupos priistas parecen haber llegado a una sola conclusión: renovar ese partido significa renunciar a sus propias e interminables prerrogativas. Literalmente, entregarles el control a los advenedizos. Así como Félix Salgado en el Morena, no está dispuesto a entregárselo a nadie más. Prefieren perder otra vez la elección de 2024, a ceder sus feudos. Y por supuesto, tienen que competir con los mismos rostros de siempre. No habrá cambios en ese sentido. Hay que ir a los puntos concretos: 1.- A través de las redes sociales se ha puesto a caminar una estrategia orientada a fortalecer las aspiraciones de Alejandro Bravo Abarca, ex diputado local, ex edil de Zihuatanejo y ex jefe de la oficina del ex gobernador Héctor Astudillo, como “el más fuerte aspirante” a dirigir el PRI estatal. Pero Bravo es en realidad, un neófito de la política tricolor. Carece de tablas para abrir negociaciones exitosas. Nunca brilló como diputado local, alcalde ni funcionario astudillista. Ninguna acción política destacable se le puede endosar. Es en consecuencia, un personaje gris y ampliamente controlable por las cabezas de los grupos tricolores. Arrastra, además, con uno de sus más visibles pasivos: cuando compitió por la curul federal por el distrito 3 de Zihuatanejo en la elección de 2012, perdió frente al perredista Silvano Blanco de Aquino. Pero en el PRI no se trata de cuántas derrotas o triunfos electorales acumulen los participantes, sino cómo van “bendecidos” por los grupos de poder que, en este caso, tres de los más visibles alcanzan los consensos a favor del oriundo de la Costa Grande: Figueroa-Añorve-Astudillo. De ahí que el ex candidato a gobernador Mario Moreno, esté convertido en una rémora política para ellos. Difícilmente pasará la prueba. Y es poco probable que sea admitido en el Morena. La única puerta abierta para él, es la del PRD, otro partido en franco declive.  2.- Quien quede como dirigente estatal del PRI definirá —“asesorado” por esos grupos de poder tricolor—, candidaturas en diputaciones locales, federales, senadurías y alcaldías. Ahí habrá otra pugna muy evidente. Porque trasciende que el actual senador Manuel Añorve Baños, buscará la reelección como senador. Para perfilarse a la pelea por el gobierno estatal en la elección de 2026. Y mandaría a su esposa Julieta Fernández, a la competencia por la alcaldía de Acapulco. Un inconveniente se abriría de forma natural: el diputado local Ricardo Astudillo Calvo, podría meterse a esa disputa. O para negociar diputación federal. Asido siempre, de la mano política de su padre. Pero hay un escenario que responde a la preservación de los intereses de poder del añorvismo tras el aparatoso derrumbe político del grupo astudillista: el ex rector de la UAGro, Javier Saldaña Almazán, estaría anotándose ya sea por la candidatura al senado —si no se le diera a Manuel Añorve— o por la alcaldía porteña. Le es útil al actual legislador federal desde ambas trincheras. La que sea. Para fortalecer su eventual postulación, el ex rector abrió algunas puertas en el Morena —trasciende que estaría apostándole ya, al proyecto político presidencial de Marcelo Ebrard— para abonar a su favor, dicho escenario. Y el propio ex gobernador Héctor Astudillo, buscaría la diputación federal por el distrito 7, una curul que no tiene registrada su currículo político. Como se ve, el PRI no cambia. Ni cambiará. Nada más falta que el voto ciudadano legitime a ese partido decrépito, con Alzheimer y síndrome de Down.

HOJEADAS DE PÁGINAS…En su virtual despedida de la secretaría general de gobierno, Saúl López Sollano, chimoltrufió: “Se ha iniciado un proceso para desactivar la violencia que hoy no es institucional”. A quien debe atribuirse entonces. ¿A los grupos delictivos? ¿A los ciudadanos? ¿A las organizaciones sociales? Luego, remarcó: “Se ha presentado a Guerrero como violento, pero no ha sido su gente la violenta, ante la violencia ha habido brotes de descontento”. Es decir, ¿la violencia ya estaba y ahora sólo provoca brotes de descontento? Una más: “El principio es el diálogo, diálogo y más diálogo para la solución de los problemas”. Y entonces, ¿por qué está bloqueada la puerta principal del Palacio de Gobierno?

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