Por Baltasar Hernández Gómez

El viaje infinito está dentro. A partir del conocimiento interior se sabe quién es y, al admitirlo con la esencia energética, mental y espiritual que somos, la existencia en ésta y todas las dimensiones fluye sin sentir catástrofe, culpa, pena o pérdida.

Asumir quiénes somos es el paso que trasciende lo corpóreo y temporal, toda vez que se reconoce el potencial ilimitado para desarrollar todas y cada una de las facultades y potencialidades del Ser.

Uno de los elementos primarios cuando se empieza y prosigue el camino de la claridad en consciencia, agradecimiento, apoyo, amor y unidad es traer en uno mismo la consigna voluntaria de que vinimos a vivir experiencias para crecer y volver a crear mundos dentro de otros mundos, teniendo la función de ser felices.

Cuando llegue el sufrimiento mundano hay que dejar de creernos materia perecedera; dejar de pensar que las personas y objetos nos pertenecen o que nosotros pertenecemos a otros; dejar de controlar; dejar la queja y asumir lo que somos; dejar de acumular, siendo egoístas; dejar de imponer la voluntad personal en todo acto o situación; dejar de ser irrespetuosos con lo demás; dejar de obligar a otros a que vean y sientan lo mismo que cada uno desea; dejar de anclarnos al pasado o querer proyectar futuros ilusorios de antemano; dejar de suponer y centrarse en la realidad; dejar de ser lo que no deseamos ser; dejar las expectativas ajenas a la vera del camino y dejar lo superfluo para encaminarnos a las realizaciones plenas de amor.

Amémonos, amemos y permitamos que el amor esté siempre presente en cada uno de nuestros pensamientos, sentimientos y actos.