Por: Noé Mondragón Norato

En el histórico libro “La sucesión presidencial”, el extinto intelectual Daniel Cosío Villegas, percibía al dirigente nacional del PRI como “el recadero del presidente”. Pero en las actuales coyunturas, no hay presidente del cual ser recadero. Por eso, el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”, lucha por el control de todos los recados. Y no sólo eso, sino que intenta repartirlos a su gusto. En cierto modo, fertiliza el terreno para la sucesión presidencial de 2024 en la cual él mismo busca participar como candidato. De ahí se desprende lo demás.

ALIANZAS CON LOS MISMOS. – Dicen que la relación política de “Alito” era de muy buenos entendimientos con el extinto ex gobernador y ex dirigente nacional del PRI, René Juárez. Y excelente con el también ex mandatario Ángel Aguirre, de quien fue compañero de bancada priista en la 60 legislatura (2006-2012) en el senado de la república. Pero a partir de la mudanza de Aguirre al PRD y el inesperado deceso de René, tuvo que admitir en su club al ex gobernador Héctor Astudillo. Con todo y sus escandalosos pasivos heredados al actual gobierno de la morenista Evelyn Salgado. Los jaloneos y reacomodos en el PRI estatal parecen venir inoculados por esa circunstancia. Se lee así: 1.- El nombre de Alejandro Bravo Abarca, ex edil de Zihuatanejo, ex diputado local y ex jefe de la oficina del ex gobernador Astudillo, apareció de pronto como potencial aspirante a dirigir el PRI estatal. Y el cambio de jugador en este cómico e hilarante escenario, parece responder a una sola circunstancia: se trataba de cerrarle el paso a Mario Moreno Arcos. Al costo que fuera. Y por eso mismo, uno de los que respondió a las aspiraciones de Mario en su momento, fue el ex candidato perdedor a la alcaldía de Acapulco por segunda ocasión, Ricardo Taja Ramírez, quien levantó la mano para la competencia por dicha dirigencia en julio del año pasado. Las aguas se alborotaron. Pero también, al senador Manuel Añorve, con quien Astudillo ahondó su distancia a raíz del video filtrado en agosto de 2021, en el cual el primero lo señala de “no honrar su palabra” y de “acabar con la etapa de la amistad” al no designarlo como candidato a gobernador. En este escenario, Taja Ramírez representaba la carta común de la dupla Astudillo-Añorve. Pero al “romper” con Añorve, el ex gobernador tuvo que meter un tercero en discordia para calmar las aguas políticas tricolores. Ese personaje es Alejandro Bravo. 2.- En la disputa cerrada de intereses, Héctor Astudillo muestra influencia en la designación del relevo en la dirigencia estatal del PRI —pese a su condición de ex gobernador y de haberle entregado al Morena el gobierno estatal— por una sola razón: tendió con anticipación una alianza política soterrada con Alejandro “Alito” Cárdenas. Desde el gobierno de la entidad, lo apoyó como pudo y hasta donde pudo —desde luego, con una generosa llave que abría compuertas financieras—, cuando éste último llegó a la dirigencia nacional del PRI en agosto de 2019, sin la gruesa cobija presidencial cubriéndolo de su abrupta, desfavorable y literal “condición de calle”. Al dejarlo operar en la designación del relevo priista en Guerrero, “Alito” no solo está devolviendo esos favores políticos del pasado al ex mandatario tricolor, sino que asegura el “voto duro” priista para la elección presidencial de 2024. En el fondo, el presidente AMLO sabía de estas maniobras al interior de los grupos de poder tricolores. Por eso mismo, ya no incluyó a Héctor Astudillo en el gabinete presidencial. Y si “Alito” condena los virtuales nombramientos de dos ex gobernadores priistas en el gabinete de la 4T liderado por López Obrador —Claudia Pavlovich Arellano de Sonora, y Carlos Miguel Aysa González de Campeche—, al extremo de amagar con expulsarlos de las filas tricolores, es porque ambos ex mandatarios se habrían negado a operar a favor de sus intereses presidenciales. Así, Héctor Astudillo decidirá el nombre del relevo en la dirigencia estatal del PRI. Porque no hay priista guerrerense que pueda con toda la maraña de intereses políticos que tejió y afianzó. Y porque “Alito” quiere ser candidato presidencial. Quedándose así, con todos los recados.

HOJEADAS DE PÁGINAS… La detención de Mateo Benítez, “El Gordo” se suma a la de tantos otros que han sido aprehendidos por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Sin embargo, a más de tres años del arribo de la Cuarta Transformación a la presidencia del país, no hay resultados sobre la ubicación de los normalistas. No ha servido de nada tanta detención si las investigaciones siguen llevando impregnados los fuertes tufos de las complicidades, la corrupción y los encubrimientos.

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