Enfoque Informativo

  • Solo la mitad de los propósitos de año nuevo pasan las primeras semanas de enero. Sin embargo, hay alternativas que podrían ayudarnos a mantenerlas por el resto el año

Bajar de peso, encontrar a la pareja ideal, encontrar un empleo con un salario decente, diseñar la rutina de ejercicio perfecta para gozar de un cuerpo heteronormativo.

Generalmente, los propósitos de año nuevo de las personas giran en torno a estos objetivos. En principio, tendrían que ser una especie de “eje rector” bajo el cual conducir el año que empieza, de manera que, al llegar el 31 de diciembre, se puedan considerar como logros personales.

La verdades que, con toda honestidad, casi nunca pasa. El compromiso que tenemos con el año que va a empezar se esfuma después de las primeras semanas de compromiso.

Christina Downey, investigadora de psicología de la Universidad de Indiana, explica que “solo alrededor de la mitad de las resoluciones de Año Nuevo probablemente pasarán de enero, y mucho menos durarán toda la vida”. Ésta es la razón.

¿Sólo es falta de compromiso?

El ritual de escribir propósitos de Año Nuevo no es una novedad. Por el contrario, la costumbre se gestó originalmente en Babilonia, alrededor del año 2 mil 300 a.C. Desde entonces, las personas se proponían lograr una serie de objetivos para dar una pauta a sus vidas durante el año que estaba por iniciar.

Esta costumbre cumplía una doble función. La primera era diseñar una guía espiritual, moral y física para comprometer a las personas a mejorar con el inicio de un nuevo ciclo. La segunda tenía que ver con alejar ‘espíritus malignos‘ que atormentaron a las personas a lo largo del año que llegaba a su fin.

En la actualidad, explica Downey, aunque esta costumbre se mantiene, es difícil que las personas realmente se comprometan con un propósito de año nuevo a lo largo de 12 meses. No se diga con más de 10. Sin embargo, de acuerdo con la experta, el problema no radica nada más en la falta de compromiso:

“Si no se tiene la confianza para invertir en un esfuerzo a largo plazo, el fracaso en lograr la meta puede convertirse en una profecía autocumplida”, escribe la investigadora para The Conversation.

Lo que, es más, según su experiencia clínica, lo más probable es que las personas no sean lo suficientemente pacientes para ver resultados a largo plazo. Si alguien “percibe el progreso como inaceptablemente lento o inadecuado”, escribe Downey, “puede abandonar el esfuerzo”.

En vista de que, muchas veces, nuestros propósitos de año nuevo son infructuosos -o sencillamente los abandonamos-, Downey y su equipo de investigadores proponen un acercamiento distinto a esta costumbre milenaria. Para ella, lo mejor sería escribir propósitos de “año viejo”. Así lo explica:

“La resolución del ‘año viejo’ es diferente. En lugar de esperar hasta enero para empezar a intentar cambiar tu vida, haces un ensayo antes de que comience el año nuevo”. Para ello, la experta y su equipo proponen una serie de pasos sencillos para lograrlo de una manera más efectiva.

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