Fernando Hinterholzer

Empezó el 2022, y mi primera meta a cumplir era la de vacunarme el refuerzo de la vacuna contra el Covid, trate de hacerlo en la ciudad de Mèxico mientras disfrutaba las fiestas de las navidades, y ya de regreso a Chiapas mi solar natal, lo pude lograr sin problema, salvo de esperar que se juntaran las 10 personas que se requerían para aplicar el antígeno. Después de ello, empecé a reflexionar sobre las vicisitudes que hemos sufrido los mexicanos por el manejo de la pandemia por parte del gobierno de la 4T, y estas fueron mis conclusiones.  El año 2021 comenzó con amplias expectativas a nivel global, era ya visible  que la cantidad de vacunas producidas por los laboratorios trasnacionales, para hacerle frente a la pandemia del coronavirus, nos darían las armas para enfrentar a esta enfermedad de carácter global.  Esto aunado, a que  las ciencias médicas avanzaban cada vez más en el conocimiento de esta enfermedad y la manera de vencerla. De esta manera aumento el número de naciones que las adquirían,  y coadyuvaban a reducir la letalidad del virus.  México no fue ajeno al efecto  causado por las vacunas y al progreso en la lucha contra esta enfermedad, lo que ayudo a disminuir el número de defunciones y de hospitalizaciones, en la gran parte del país, especialmente en Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara y en la zona conurbada de Toluca. Pero el daño ya estaba hecho, la muy lamentable manera de cómo enfrento la pandemia desde su inicio, el gobierno de la 4T, genero mucho dolor y sufrimiento en las familias mexicanas. Hasta el pasado jueves, teníamos ya 4 millones 055 mil infectados y muertos a 299,933 mexicanos, eso de acuerdo a las cifras oficiales, si le sumamos el exceso de mortalidad de los años 2020 y 2021 hablaríamos de más de medio millón de fallecimientos. En el punto más alto de la pandemia, miles de enfermos fallecieron en las calles o en los automóviles que los llevaban al nosocomio que no los podían recibir al estar saturados, y si lo hubiera hecho el resultado hubiera sido el mismo. El cuidado brindado por el sector público de salud fue insuficiente y si no hubiera sido por los médicos y enfermeras, quienes muchos de ellos fallecieron de manera muy lamentable por falta de equipo médico y las extenuantes jornadas de trabajo, como negligencia criminal lo podríamos catalogar. Amén del desabasto de medicinas que continúa en el país, a pesar de las mentiras presidenciales de que ya se iba a corregir, no es posible que en tres años no hayan sido capaces de comprar medicinas en el mercado internacional, y una de dos o son demasiado “pendoncles” o se pasan de corruptos al querer su mochada en las licitaciones realizadas a través del mecanismo Unops de la ONU. La incertidumbre por conseguir determinados medicamentos, particularmente aquellos que se utilizan para tratar enfermos terminales de cáncer ha generado tal grado de indignación que las organizaciones de la sociedad civil ya empezaron a comprar medicamentos en el extranjero para remediar la estupidez gubernamental. 

Más allá de otro tipo de consideraciones, la verdad es que ha sido una vergüenza la política sanitaria de este gobierno de 4T. Después de 22 meses después del primer enfermo en el país, el covid-19 y sus distintas variantes, ahora la ómicron, siguen las autoridades sanitarias sin actuar con sensatez y cientificidad. El virus cuya letalidad nunca ha sido debidamente considerada como algo serio y perturbador para la estabilidad nacional, a juzgar por las cifras dadas a conocer por la propia administración federal no les importan los contagios, ni los fallecimientos  solo presumen las vacunas y recomiendan “vaporub”, ese es su nivel de estulticia. Es urgente a decir de muchos especialistas, redimensionar la estrategia llevada a cabo hasta ahora, para afrontar la pandemia y, además de la aplicación de millones de vacunas en todo el país, revalorar la idoneidad de contar con medidas adicionales de previsión y freno de la pandemia,  garantizarían más y mejores resultados en lo que a la conservación de la situación sanitaria se refiere. La irritación social seguirà subiendo de tono y más ahora que la variante Ómicron contagia a velocidad vertiginosa y exige tener a la mano las pruebas rápidas de detección, por lo que sería bueno que “los doctorcitos de la SSA”, impusieran mejores medidas restrictivas para proteger la salud pública de los mexicanos. En momentos que se  agrava la situación por el rápido contagio que se da por la variante Ómicron que tan solo en un día contagió a más de un millón de estadounidenses y que en México llegaron a 46 mil hace tres días; nuestros expertos sanitarios “los doctorcitos Alcocer-Gatell” continúan con sus estúpidos consejos que tarde que temprano terminaran cobrando más vidas de mexicanos, como ocurrió hace menos de dos años. Ya en pleno cuarto repunte de la pandemia donde México se ha quedado ubicado en los últimos 24 meses, el gobierno de la 4T. solo ha alcanzado a traernos vacunas e inoculado al 55% de la población con las dos dosis.  Lo importante en este 2022 para el gobierno, es no paralizar la economía, mandar a los estudiantes a las escuelas y a no perder más empleos, esto por encima del nivel de contagios que aumenta vertiginosamente en los primeros días del mes de enero. Y claro pagamos las consecuencias de los festejos de la navidad y fin de año, comenzando el 2022 “las alertas rojas”, se prendieron nuevamente ante la rapidez de los contagios, el atiborramiento en boticas y clínicas  para la aplicación de las pruebas es un muy claro ejemplo de lo que ahora estamos pasando en el país. La crisis sanitaria nuevamente es un hecho irrefutable. La escasez de medicinas y la caída del sistema de sanitario no pueden ocultarse con el cliché discursivo de echarles la culpa a los gobiernos del pasado, no hay justificaciones para un gobierno desordenado y altamente ineficiente.

ES CUANTO 

ADENDUM: y de la otra pandemia que nos acoge a los mexicanos, la de la inseguridad, mejor ni hablemos. Los altísimos índices de masacres y homicidios dolosos, no dejan de sorprendernos día a día en este enero del 2022. Lo mismo en Guerrero, que en Chiapas, Michoacán o Zacatecas. Esta es otra pandemia desbordada y nadie hace nada por defendernos. QPM

COMPARTIR