Enfoque Informativo

¿Podemos llegar a morir como consecuencia de experimentar una intensidad emocional muy alta? Los científicos se han mostrado prudentes a la hora de responder a esta pregunta. ¿Qué sabemos al respecto?

En nuestro lenguaje cotidiano contemplamos la opción de morir de miedo. “Me muero del susto”, decimos o “casi muero del miedo cuando vi eso”. Pero ¿es posible que esto no sea solo una expresión metafórica, sino una realidad biológica? ¿Una persona puede llegar a sentir un miedo tan intenso que le provoque la muerte?

Los científicos abordan el tema como una hipótesis. Finalmente, todos morimos por razones físicas: falla el corazón, el cerebro o ambos. Un médico forense siempre establece la causa de la muerte haciendo referencia a la deficiencia orgánica que produjo el deceso. Aunque haya habido un shock emocional previo, no se determinaría que la persona llegó a morir de miedo.

Morir de miedo

Muchos científicos se han preguntado si es posible morir de miedo. Desde el punto de vista teórico, esto es perfectamente posible. Sin embargo, como lo anotábamos antes, no es fácil determinar que el miedo es la causa directa de una muerte. Pese a esto, el doctor Mark Gillinov, de la Clínica Cleveland, se dio a la tarea de hacer una investigación al respecto.

En ese estudio se examinaron casos de personas que ya sufren afectaciones cardiacas, frente a otras que están completamente sanas. Gillinov explicó que cuando una persona se ve enfrentada a un estímulo amenazante, el cuerpo genera una respuesta que impulsa a la lucha o a la huida: la ansiedad. Ese estrés físico y emocional provoca una condición médica cardiaca conocida como miocardiopatía por estrés.

Esta condición lleva a que el corazón no pueda bombear la sangre de una manera eficiente al resto del cuerpo. De este modo, la persona afectada experimenta palpitaciones, fatiga, dificultad para respirar y otros síntomas.

Así las cosas, se incrementa la probabilidad de que la función cardiaca disminuya o falle. A veces, esto conduce a que el corazón deje de bombear sangre y podría causar una muerte súbita. Sin embargo, en la investigación se señala que esto es sumamente raro, aunque posible.

Sí, es posible morir de miedo

En términos generales, los cardiólogos aceptan que se puede morir de miedo. Incluso, hay evidencia de esto: durante un terremoto ocurrido en Los Ángeles (Estados Unidos), las muertes súbitas por fallo cardiaco se incrementaron cinco veces. En todos esos casos las personas sintieron una repentina opresión en el pecho y luego cayeron muertas de forma instantánea, ante el evento altamente estresante.

Como resulta obvio, las personas que tienen patologías cardiacas previas tienen más probabilidad de morir de miedo o, dicho de otra forma, de responder de manera inadecuada a una situación de elevado estrés físico y emocional. Sin embargo, esto también puede ocurrir en quienes no tienen ninguna patología.

Otra evidencia interesante viene de la mano del fisiólogo Walter Bradford, de la Universidad de Harvard. En su trabajo Voodoo death, publicado a finales del Siglo XX, evidenció la muerte de una persona por el miedo que le produjo la acción de un hechicero. Este sería un caso de muerte por miedo. También hay otros trabajos similares que relatan casos análogos.

El organismo y el miedo

Se debe insistir en el hecho de que morir de miedo, o en general de un estado emocional muy intenso, no debería asombrarnos. Si nos sorprende es porque seguimos manteniendo la idea de que cuerpo y mente son dos realidades separadas, cuando en realidad forman una unidad en todo momento.

El miedo provoca una reacción en el cerebro y este reacciona produciendo una cantidad mayor de adrenalina. Esto prepara al cuerpo para la lucha o la huida. Si el miedo es muy intenso y, en consecuencia, se producen cantidades más elevadas del neurotransmisor, es posible que el corazón se vea afectado.

En concreto, la adrenalina hace que se abran los canales de calcio de las células. Cuando estas reciben más volumen de ese elemento, cambian su potencial eléctrico. Esto lleva a que se contraiga el músculo cardiaco. Si ese estado persiste, se produce una “fibrilación ventricular”, que puede ir acompañada de una baja de presión. Si no se recibe atención médica, se produce la muerte. En conclusión: sí es posible morir de miedo.

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