Enfoque Informativo
En pleno calentón dejamos de lado las sensaciones que se despiertan en nuestra entrepierna, racionalizamos mínimamente lo que estamos viendo y nos da por plantearnos ciertas cuestiones
Varios estudios han confirmado algo que probablemente ya sabías: entre el 95 y el 98% de los hombres consumen pornografía, pero no son los únicos. “El 55% de las mujeres ven algún tipo de contenido erótico al menos una vez al mes, el 40% asegura consumir porno semanal y el 96% asegura haberlo visto en algún momento en compañía de su pareja”, explicaba la sexóloga Tracey Cox en el diario británico ‘The Daily Mail’.
Es más, frente al mito de que ellas tan sólo ven porno cuando su pareja se lo pide, los datos de una encuesta realizada por la revista ‘Marie Claire’ como apoyo a la realización de un documental de Amanda de Cadenet sobre el impacto de la pornografía en la sociedad, dicen todo lo contrario: el 66% de las consultadas afirma que nunca han visto una película erótica con sus parejas, mientras que el 31% desvela que lo hace de vez en cuando y tan sólo un 3% frecuentemente. Incluso aquellas que ven porno con sus parejas suelen hacerlo también solas. Únicamente el 12% comentaron consumir porno con sus novios.
Nos surgen muchas preguntas ante guiones sin sentido alguno, hasta que realmente nos damos cuenta de que la historia es casi lo que menos importa
Sabiendo que todos lo vemos, la gran cuestión es: ¿pensamos lo mismo cuando visualizamos escenas explícitamente sexuales? Danielle Stewart cree que sí, o al menos eso explica en ‘Women’s Health’ donde ha recopilado algunos de los pensamientos más comunes que se cruzan por nuestra mente cuando, en mitad del calor y el erotismo de las imágenes, dejamos de lado las sensaciones que se despiertan en nuestra entrepierna y racionalizamos mínimamente lo que estamos viendo.
1.- ‘Qué bien tener acceso libre al porno’
Estamos a penas a un par de ‘clicks’ de un montón de cuerpos desnudos cachondos que evocan situaciones sexuales que nos excitan y alegran la vista –y órganos un tanto más alejados de nuestros ojos–, y cuando empezamos a disfrutar de estos contenidos lo primero que pensamos es lo afortunados que somos por poder verlos. “¿Existirán todavía aquellas ‘trastiendas X’ de los videoclubs?”, cree el autor que todos hemos pensado alguna vez.
2-. ‘Esta postura es asombrosa’
“Llegados a determinada edad”, advierte Stewart, “viendo relaciones sexuales de pie, a lo perrito y terminando con penetración anal, es difícil no sentirse impresionado por lo bien que se colocan y sale todo”. En ocasiones empatizamos tanto con los actores que no podemos dejar de pensar ‘llega a darle unos centímetros más arriba y… ¡ay!’.
3.- ‘Esta historia es totalmente inverosímil’
¿Pero esta gente de qué trabaja? ¿Cómo puede un joven de 23 años darse el lujo de vivir en una mansión con piscina, spa y una cocina que ni los anuncios de fregasuelos? ¿Esa mujer no pasa frío todo el día en tacones y semidesnuda? Preguntas que surgen ante guiones sin sentido alguno, hasta que realmente nos damos cuenta de que la historia es casi lo que menos importa. Es completamente irreal, sí, pero ¿y qué?
4.- ‘Yo eso no lo puedo hacer’
Posturas imposibles, un ‘aguante temporal preeyaculación’ impresionante, roces y caricias en zonas erógenas que desconocíamos que existían, gemidos de gozo permanentes y acompasados a modo de banda sonora, brazos y torsos que se contorsionan sin que vibre ni un sólo músculo por desequilibrio… Pero alguna idea cogemos, aunque sea de las más sencillas, y nos planteamos si seríamos capaces de hacerlo en la vida real.
5.- ‘Menudo casoplón’
Casa increíbles, camas de agua redondas, encimeras de cocina impolutas y resistentes… En las películas porno nada se rompe ni los protagonistas se golpean contra ningún quicio o se rozan con algún mueble o rompen un espejo o cristal. Por no hablar de cuando vemos que empiezan a aparecer en escena fluidos de más sobre un sofá de piel blanco, o chocolates, natas y helados que se derriten y esparcen por toda la ropa de cama de lujo…
Viendo relaciones sexuales de pie, a lo perrito y terminando con penetración anal, es difícil no sentirse impresionado por lo bien que se colocan y sale todo
‘Todo eso debe valer una pasta’, piensas en ocasiones y te evades momentáneamente del encuentro carnal para admirar el escenario de ciencia ficción en el que los personajes se lo están pasando pipa.
6.- ‘¿Cuánto se habrán gastado en cirugía?’
“Es difícil no preguntarse cuánto ha pagado realmente la enfermera traviesa para conseguir esa cara”, recuerda haber pensado Stewart, y pocas personas no se sentirán identificadas en este análisis rápido sobre el coste económico de los pechos y labios que aparecen en pantalla.
7.- ‘¡Uhh! ¡Sexo lésbico!’
Comúnmente reconocida como una de las fantasías sexuales masculinas por excelencia, en realidad llama la atención de todos los públicos. “Es un hecho científicamente demostrado: las mujeres aman ver un encuentro sexual chica-con-chica”, recuerda el autor, y cuando aparecen en pantalla dos féminas en pleno magreo sexual, las mentes de todos hacen una ovación cerrada al guionista. Sí, señor.
8.- ‘¿Estará acelerado el vídeo?’
“Ahora lo ves, ahora no lo ves”, bromea Stewart refiriéndose al pene de los actores porno que deben estar tan sumamente lubricados que resbalan por vaginas, anos y bocas a una velocidad tan vertiginosa que quién más y quien menos se despista tratando de verlo en su totalidad, tarea bien difícil de conseguir. “Verdaderamente impresionante”, añade.
9.- ‘¿Cómo conseguirán tener esos cuerpos?’
Al margen de los rostros o pechos claramente operados, sus pieles son suaves, musculadas, sin rastro de celulitis o problemas cutáneos y encima no tienen ni un pelo. No son pocas las personas que, mientras observan cómo cambian de posturas, gimen y gozan, se plantean cuánto tiempo invertirán en esculpir y cuidar esos cuerpos.
10.- ‘¿Yo podría hacer porno?’
“¡Hacen que parezca tan fácil!”, exclama Stewart, y no le falta razón. Al hilo del anterior pensamiento, admitámoslo, cuando estamos viendo una película porno –y especialmente cuando ésta ha terminado–, muchos comenzamos a plantearnos cómo será la vida de un actor porno y si nosotros podríamos llevarla.