Enfoque Informativo
El sorpresivo y devastador incendio del Baby’O, que desde 1976 fue la discoteca más famosa del puerto de Acapulco, causó las más diversas reacciones en gente de la farándula mexicana. Algunos han ofrecido ayuda, otros recordaron anécdotas y Galilea Montijo hasta lloró en vivo y en directo.
Y es que el Baby era LA disco, en la época dorada de la vida nocturna de Acapulco, donde lo más selecto de los visitantes al puerto guerrerense se daban cita. Sin ir más lejos, era el recinto favorito de Luis Miguel y su caterva de amigos —Jorge Van Rankin, Roberto Palazuelos, Miguel Alemán Magnani, etcétera— que consuetudinariamente ocupaban uno de los privados más exclusivos del lugar, donde regulaban con quiénes compartían el espacio y la fiesta, muchas veces excluyendo a otros famosos (en específico, famosas) a quienes no querían ver.
Más allá de las innumerables anécdotas que hay al respecto de Luismi y su reino de terror, muchos otros famosos internacionales, desde el príncipe Alberto de Mónaco, hasta el basquetbolista Michael Jordan o Jack Nicholson y Anjelica Huston, aunque probablemente la anécdota más curiosa sea la primera vez (no se sabe si fue la única) que Madonna visitó el club, en compañía de su entonces marido, Sean Penn, en el verano de 1985, cuando estaban recién casados.
En esa época, que se considera la de “oro” en el puerto, antes de que surgiera el deterioro que ha ido consumiendo a Acapulco en años recientes, todos los fines de semana el Baby estaba abarrotado de figuras famosas: para los menos famosos existían otras discotecas como el News, el Magic Circus o más tarde, el Palladium y El Alebrije, entre otros locales que salpicaban la avenida Costera Miguel Alemán. Por lo mismo no era infrecuente ver a Lucía Méndez o Verónica Castro en la pista de baile (aunque nunca al mismo tiempo), así como a los integrantes de Menudo (para quienes se hacía una excepción, ya que eran menores de edad), y muchos más.
Rumbo al Baby’O
Fue así que una noche de agosto de 1985, al poco tiempo de haberse casado con el actor Sean Penn y de haberse presentado en el concierto ‘Live Aid’, Madonna —que había alcanzado gran éxito internacional con sus primeros dos discos — decidió tomarse un ‘break’ con su famoso esposo —su boda, en Malibú, había sido atacada por paparazzi en helicópteros— lejos de los mirones del mundo y se les ocurrió irse a Acapulco. Como Madonna recién se había cambiado el look para filmar la película ‘Shanghai Surprise’, al lado de Penn, no era fácil que la reconocieran, y lo tomaron como la ocasión de pasar por ser relativamente anónimos unos cuantos días de descanso.
El plan de la cantante para pasar desapercibida iba viento en popa: habían llegado en una limosina alquilada, con un elemento de seguridad, pero esto era algo normal en el Baby (si uno llegaba a pie o en taxi, era muy difícil que los cadeneros del lugar permitieran la entrada); se mezclaron entre los concurrentes y estaban felices hasta que para su mala suerte, fueron descubiertos, lo que causó el enojo de Penn (que de por sí, en aquellos años era conocido por su carácter irascible y violento).
Según relató algunos años después el célebre periodista y cronista de sociedad mexicano Nicolás Sánchez Osorio (fallecido en 2006 y uno de los más célebres editores y periodistas del rubro por varios años) en una de sus columnas, al verse descubierta, la cantante trató de ignorar la situación y seguir bailando, pero la molestia de Penn era evidente, al punto que lo llevó a pedir la intervención de la gerencia para pedir que se les llevara a una sección VIP y estar apartados de la gente.
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Trato VIP
Sánchez Osorio, acompañado de su esposa, la socialité Anne Caracciolo, fue testigo de cómo personal de seguridad de la discoteca los acompañó a un privado muy exclusivo (el mismo que años después era reservado permanente para Luis Miguel, nada menos) donde la cantante estadounidense y su esposo estuvieron solos por espacio de media hora, para luego ser retirados, tal como se lo dijo la gerencia, por una salida exclusiva, lejos de los presentes en el área principal de la discoteca. De acuerdo a lo narrado, la pareja permaneció sola y aislada, Penn bebió un trago y ella fumó cigarrillos, hasta que se fueron del lugar y volvieron a su hospedaje privado en la zona diamante de Acapulco, y que iban de mal humor.
Al poco trascendieron los primeros reportes de los pleitos y golpizas entre Penn y los paparazzi, y cuatro años más tarde, el matrimonio se disolvió en la corte de Los Ángeles, entre alegatos de violencia doméstica y crueldad mental. Hoy en día, Madonna y Penn son amigos y se tienen un mutuo respeto, aunque ellos también formaron parte de la colorida y extraordinaria leyenda del Baby’O, cuyo esplendor ahora está reducido a cenizas.