Enfoque Informativo
Grey’s Anatomy debutó en la pantalla chica en 2005, emitió 400 capítulos hasta la fecha y lleva acumuladas nada menos que 18 temporadas.
El drama médico de Shonda Rhimes que le dio un lugar de prestigio en la industria y un sello propio (su productora, Shondaland, ha gestado grandes éxitos, desde Scandal y How to Get Away with Murder hasta Bridgerton) debió rizar el rizo de sus relatos en infinidad de ocasiones para no perder vigencia e interés. Sin embargo, la historia de una de las guionistas de la serie, Elisabeth Finch, terminó siendo la más descabellada.
En un artículo de Vanity Fair titulado “Scene Stealer: The True Lies of Elisabeth Finch [”Ladrona de escenas, las verdaderas mentiras de Elisabeth Finch”]” se expuso, la realidad de una mujer que engañó descarada y cruelmente a una producción que la tenía en la cima de un equipo del cual fue desvinculada al publicarse la investigación y por un tajante mail de su exesposa.
Finch ingresó a Grey’s Anatomy en el año 2014 como guionista y productora de la ficción luego de haber trabajado en The Vampire Diaries y True Blood. Vampirizar era su métier. Su llegada al mundo Grey’s Anatomy (la serie en la que soñaba trabajar, junto a Parenthood) se produjo en relación a un artículo que había publicado en la revista Elle en el que contaba, en primera persona, cómo era vivir con condrosarcoma, un tipo de cáncer que afecta los huesos. Su relato era tan poderoso (Finch compartió que debió abortar durante su tratamiento de quimioterapia) que llamó la atención de Rhimes y Krista Vernoff, quien la incorporó a Grey’s Anatomy para escribir, desde su conocimiento, microrrelatos que estuvieran signados por la veracidad y que resonaran con la audiencia. El objetivo era tener una guionista que proyectara una voz genuina, que hubiera vivido en carne propia una enfermedad que la serie buscaba abordar de manera respetuosa y fidedigna.
El comienzo de una impactante red de mentiras
La popularidad de Finch se hizo notoria cuando comenzó a escribir la trama de Catherine Fox, médica del Sloan Memorial Hospital y madre de Jackson Avery (Jesse Williams), quien en el episodio “Anybody Have a Map?” [título de una canción de la obra Dear Evan Hansen] es diagnosticada con un tumor de la médula espinal al que la profesional le da batalla con mucha entereza. Cuando la publicación Entertainment Weekly supo de la historia real detrás del personaje de Catherine, contactó a Finch, quien habló de su propia vida y de cómo trasladó su experiencia a los episodios que tenían a la actriz y productora Debbie Allen como figura excluyente.
“Tengo un pequeño tumor en la base de mi columna que no se reduce ni puede removerse. Recibo tratamiento y me realizan análisis frecuentes para asegurarse de que no crezca. Soy una persona que vive con cáncer y eso puede que nunca cambie. Soy fuerte, soy capaz. Puede que haya avances médicos, pero yo no puedo predecir el futuro. Hice las paces con mi presente, soy una persona con una incapacidad, una persona que vive con cáncer”, expresaba una valiente Finch.
Con el correr del tiempo, la guionista comenzó a faltar a las reuniones con frecuencia. En ocasiones, avisaba. En otras, simplemente desaparecía. La explicación, en cambio, era unívoca: su enfermedad le prohibía tener una vida normal y además había sido elegida para un ensayo médico promisorio en una clínica de Minnesota. Al menos eso era lo que le contaba a Shonda y compañía.
Un día, Finch no fue a trabajar, pero por una razón diferente (y escalofriante). Según la guionista, un amigo había sido asesinado en el tiroteo de la sinagoga de Pittsburgh, ocurrido el 27 de octubre de 2018. “Por favor, no me envíen fotos del hombre que mató a mi amigo”, escribió entonces en sus redes sociales cuando la masacre estaba en el centro de las noticias. Al retomar sus actividades, Finch, quien decía ser oriunda de Pittsburgh, les contó a sus compañeros que al menos pudo darle un último adiós a su amigo porque ella misma lo había tomado en sus brazos dentro de la sinagoga, relato del que nadie se atrevió a dudar, como tampoco se dudó de su estrés postraumático.
Internación y el nacimiento de una historia de amor
En ese momento de su vida, Finch conservaba su trabajo en Grey’s Anatomy, era respetada por sus textos, y recibía el apoyo de todos sus colegas. A fin de cuentas, Elisabeth era una sobreviviente. Una mujer con entereza que padecía cáncer, había ido a buscar a su amigo a una masacre y luego había empezado a padecer síntomas de estrés porque recordó que había sido abusada de pequeña por su hermano, quien se había intentado suicidar tiempo atrás. Por ese cuadro de estrés buscó ayuda, se tomó seis semanas de licencia, y decidió internarse en una clínica de Arizona donde empezó un nuevo capítulo de su historia. En ese nuevo capítulo, Elisabeth se cambió el nombre. Así, quienes la conocieron en la clínica creían que esa mujer se llamaba Jo.
En ese lugar se hizo muy amiga de Jennifer Beyer, una enfermera que había ingresado allí luego de haber sufrido violencia doméstica y abuso sexual por parte de su marido. Le costó dejar a sus cinco hijos a manos del Estado, pero advirtió que necesitaba ayuda para enfrentar 18 años de traumas y paranoia. Beyer había denunciado sistemáticamente a su esposo pero fue desestimada en cada una de esas ocasiones ya que él tenía poder y aseguraba que Jennifer “estaba loca e inventaba cosas”. En esa situación de vulnerabilidad entabla una amistad con Elisabeth, quien se hacía pasar por Jo (un personaje que luego se incorporaría a Grey’s Anatomy, interpretado por Camilla Luddington, y cuya historia se parece mucho a la de Jennifer).