Enfoque Informativo

  • Durante la infancia, existen malas experiencias que pueden repercutir en tu personalidad, por ese motivo, te dejamos algunos consejos para sanarlas

Durante la infancia, se pueden presentar cinco tipos de heridas emocionales, sobre todo cuando los menores de edad se enfrentan a un ambiente vulnerable, perjudicando su desarrollo y personalidad.

De acuerdo con la autora canadiense Lise Bourbeau, especialista en desarrollo personal, es importante reconocer estas experiencias dolorosas para sanarlas. La terapeuta Anamar Orihuela habla sobre este proceso.

¿Cuáles son las 5 heridas de la infancia?

Abandono: ocurre cuando el infante no siente amor y atención por parte de sus padres, lo que le provoca miedo a la soledad y dependencia emocional en sus relaciones socio-afectivas.

Para curar esta herida, es elemental aprender a estar en compañía de uno mismo, además de reforzar la autoestima propia. De esta manera, se podrá quitar la máscara de la dependencia.

Rechazo: es cuando los padres, familiares y otras personas cercanas al infante no lo aceptan a lo largo de su crecimiento. Al vivir esta herida, las personas tienden al autodesprecio y a pensar que no merecen ser amadas, lo que las lleva a buscar la aprobación constante de los demás.

Para superar esta lesión emocional, es necesario valorarse a sí mismo y trabajar en las inseguridades.

Esta mala experiencia viene acompañada de la máscara de la retirada, es decir, el interés de desaparecer y sentir que la existencia de uno mismo no tiene sentido.

Humillación: esta herida ocurre cuando el infante recibe críticas, desaprobación e incluso, ridiculización por parte de sus padres o sus responsables, generando efectos negativos en su personalidad.

Al igual que con el rechazo, la humillación provoca que la persona, al sentirse desvalorada e indigna, busque la validación de quienes la rodean al punto de sobreponer los objetivos de los demás sobre los propios.

Junto con esta herida surge la máscara masoquista, es decir, el niño o la niña se castiga a sí mismo o misma, humillándose incluso antes de que alguien más lo haga.

Para sanar esta lesión emocional se debe perdonar a quienes le hicieron daño, así como valorarse como persona.

Traición: durante la infancia, es común que los padres o tutores realicen promesas con sus hijos, pero al no recibir lo pactado, estos se sienten traicionados.

La consecuencia de esta herida es la presencia de envidia y rencor contra otras personas que sí reciben lo prometido por sus cuidadores. Después de la infancia, esto construye una personalidad posesiva y desconfiada.

Sin embargo, como con las otras lesiones emocionales, también se puede trabajar al ser más tolerante y paciente.

Esta herida de la infancia se relaciona con la máscara del controlador debido a la falta de confianza, por lo que sirve empezar a delegar tareas poco a poco a otras personas.

Injusticia: seguro conoces a algún padre o madre exigente, ese tipo de actitudes rígidas y frías hacia los niños y niñas les generan un sentimiento de inutilidad, lo que repercute también en su desarrollo como persona a futuro.

Ante esto, se crea la máscara de la rigidez, es decir, disociarse de sus sentimientos para sentirse protegido y fuerte.

Es importante fomentar la confianza en las demás personas para sanar esta herida de la infancia.

Es importante no olvidar que a pesar de estas recomendaciones, es fundamental recibir apoyo profesional por parte de un psicólogo o psicóloga.

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