Enfoque Informativo
Ejercitarse antes del desayuno tiene sus ventajas y sus riesgos
La creencia popular asegura que ejercitarse antes de desayunar propicia la quema de grasa y, también, que puede resultar perjudicial por las descompensaciones que provoca exigir al cuerpo de esa manera. ¿Qué hay de cierto en ello?
Para funcionar, nuestros cuerpos disponen de dos fuentes de energía, el glucógeno almacenado en los músculos y la grasa alojada en los tejidos. Dado que antes de tomar la primera comida del día el glucógeno está en niveles bajos, la maquinaria biológica echa mano de las grasas.
Lo anterior ha sido comprobado por el estudio “Efectos del entrenamiento aeróbico alimentado versus en ayunas durante el Ramadán sobre la composición corporal y algunos parámetros metabólicos en hombres físicamente activos”, realizado en Túnez en 2012, que aprovechó el ayuno religioso para medir la quema de grasa y llegó a la conclusión de que su efecto puede ser hasta 20 % más efectivo que el que se realiza después de desayunar.
Por si fuera poco, mejora la sensibilidad a la insulina y fomenta la sereción de la hormona del crecimiento; también crea hábito en el organismo y, con el tiempo, esa quema de grasa se hace más efectiva.
Dicho lo anterior, es fácil concluir que el ejercicio en ayunas es mejor si lo que se desea es perder grasa, pero se debe tener cuidado.
Agotar las reservas de glucosa obliga al metabolismo a producirla a partir de las proteínas de los músculos, por lo que el ejercicio antes de desayunar no sólo hará que perdamos grasa, sino también masa muscular.
Por otra parte, el riesgo de calambres, mareos e incluso desmayos es mayor para quien se ejercita sin haber tomado alimento.
Si lo que se busca es bajar de peso, es importante tomar en cuenta que el ejercicio por sí solo no basta, es necesario llevar una dieta baja en grasas que nos impida recuperar las consumidas con la actividad física, algo difícil, puesto que después de una rutina de ejercicio desgastante el cuerpo tiende a reclamar alimentos.
Lo más conveniente es que el ejercicio en ayunas sea moderado, no tratar de hacer más o más rápido sino por más tiempo. Y dejar el trabajo pesado para después de desayunar. Después de todo, una actividad vigorosa nos permitirá quemar las grasas consumidas durante la comida, sin correr el riesgo de llegar al límite de nuestra capacidad.