El principal tema de campaña sobre la que se construyó este gobierno fue la erradicación de la corrupción en el país. López Obrador ofreció todo el tiempo que en su administración se combatiría a ese cáncer social que ha desgastado a los gobiernos y funcionarios de últimos 80 años. Las idealistas ideas del presidente de la 4T, están basadas en la sólida fuerza moral, y en la ética de un servidor público ejemplar que, como él, soporta todos los embates que el sistema político mexicano ha construido al paso de los años. Resultaba muy atractivo para los electores, y todo resultó una mentira. Hay que señalar que el principal instrumento para el combate a la corrupción en el los países más desarrollados consiste en el establecimiento de políticas, medidas, instituciones y normatividades obligatorias para todos los empleados de gobierno. Esto es, la corrupción no se derrota con proclamas moralistas ni con ejemplos de héroes ejemplares. Se plantea con instituciones, tales como fiscalías, ministerios, magistrados, e investigaciones precisas puntuales, y eficaces, no con peroratas moralinas, sino con acciones concretas. Los gobiernos se obligan a encarar la corrupción a través de acciones claras y contundentes: como es la rendición de cuentas. No puede haber resultados efectivos contra la corrupción, si no se rinden cuentas a la sociedad, si no se informa y se reportan los datos efectivos a la población sobre el destino y los mecanismos a través los cuales se erogan los recursos públicos. El gobierno de la 4T ha resultado ser uno de los más corruptos, opacos, y dañinos de la historia reciente de nuestro país. El presidente puede decir y contar historias fabulosas, lo que practica cada día desde el pulpito mañanero, pero lamentablemente los hechos lo desmienten. No sabemos cuánto costo el flamante AIFA. El gobierno es una fosa oscura de negocios irregulares, de empresas inexistentes, asignaciones poco claras, y negocios a cargo de militares.
La Cámara de Diputados, de mayoría morenista, no permitió que la ASF realizara sus auditorías y se revisaran los gastos y partidas de ese órgano legislativo. Los diputados de esta legislatura autoproclamados como “la transparencia y la honestidad”, resultaron todavía más corruptos que sus antecesores. La 4T y su administración han concedido más del 80 por ciento de sus adquisiciones y contratos a través de la asignación directa a empresas “consentidas” por esta administración, violentando flagrantemente el artículo 134 de la Constitución. La peor administración de los últimos años en materia de transparencia, evitando responder las solicitudes enviadas a través del INAI, negando la existencia de archivos, escondiendo los datos sobre programas asistenciales, fracasando en el ejercicio presupuestal con subejercicios. Lo prometido respecto a la honestidad absoluta choco con la realidad oscura de un gobierno torpe que niega la información, no transparenta gastos, y ni siquiera realiza acciones y políticas en contra de la corrupción institucional. Para el gobierno obradorista, el reportar resultados, presentar informes y gastos precisos, es lo más cercano a ser neoliberales. No son capaces de ofrecer información clara precisa, objetiva y transparente. Para los miembros del partido oficial todo se reduce a la divulgación, a los discursos y a promesas, de metas que no han logrado. Observamos a servidores públicos realizando intensa promoción para una consulta, violentando la ley, porque para ellos la demagogia, es más viable y no la edificación de un gobierno honrado y que rinda de cuentas.
Muchas décadas de gobiernos autoritarios le costaron al pueblo mexicano, para convencerse de lo corrupto que fue el PRI a su paso por la presidencia de la república, pero todavía se le dio una nueva oportunidad con el gobierno de Peña Nieto, que sirvió para constatar de una vez por todas que las ganas de robar y enriquecerse, está en el ADN priìsta y porque no decirlo de todos los partidos tanto de izquierda como de derecha. Les toca ahora el turno de la izquierda en 2018 representada por Morena y nada ha cambiado, son iguales o peores que sus antecesores con la condición además de no tener preparación intelectual para desarrollar sus actividades sustantivas, que son la conducción del país. Hay quien dice que es muy pronto para juzgar los resultados que no los hay, solo destrucción de instituciones y pérdidas millonarias a la hacienda pública. El gobierno de la 4T ha cometido errores irreversibles que han causado ya la muerte de miles de mexicanos. El acoso presidencial a la libertad de expresión no cesa, y seguramente aumentará conforme avance el último tramo de la administración y las cosas no le resulten al “mesías tropical”. Si la cuarta transformación pregonaba en campaña el lema de la erradicación de la corrupción, el fracaso ha sido monumental. Las estadísticas internacionales lo demuestran, caemos en los índices en vez de subir. Hemos dado cuenta de la actuación corrupta de los hermanos del Ejecutivo, la de su hijo mayor, la de su prima y su cuñada todos unos corruptos. También hemos conocido que a sus colaboradores cercanos son proclives a adquirir propiedades, tanto en México como en el extranjero. También sabemos de la colección de autos de súper lujo del fiscal general de la República. Y a raíz del litigio entre Julio Scherer exconsejero presidencial, el fiscal general y la senadora Sánchez Cordero ha salido a la luz pública, que la corrupción se encuentra inserta en el mismísimo Palacio Nacional.
El presidente López Obrador, busca afanosamente desaparecer los pesos y contrapesos que le acotan su poder supremo, sobre todo rumbo a las elecciones presidenciales del 2024. Al inicio de la actual administración los principales analistas del país creían que la estrategia del presidencial de atacar a la prensa crítica, al INAI, a las ONG`s y sociedad civil y al INE, le asegurarían un lugar privilegiado en el “panteón de los héroes. Pero con el paso de los meses después del 2018, López Obrador revelo su verdadera faceta de autócrata y populista. En realidad lo que sucede es que el INE y el TEPJF le estorban para su proyecto transexenal a López Obrador y no solo tratará desaparecer a estas dos instituciones básicas para la democracia nacional y claves para la gobernanza del país, buscando inclusive minar su capacidad de organizar procesos electorales con resultados certeros para la sociedad. La opinión generalizada de expertos nacionales extranjeros es que es que López Obrador y su 4T, están quedando muy por debajo de las expectativas, por no decir que fracasaron en el cuarto año de administración. Las cifras duras lo muestran contundentemente: incremento en el número de pobres; la inseguridad descontrolada y por los cielos; la corrupción galopante; la economía estancada; militarización nacional. Pero lo más doloroso, es que no pudo detener la muerte de más de 650 mil mexicanos por COVID. Un fracaso rotundo y catastrofico desde donde se le mire. ES CUANTO
ADENDDUM: la confianza de los mexicanos es contar para 2024 con un INE autónomo, fuerte y confiable. Si no defendemos nuestra democracia como sociedad civil, el autócrata tratará impondrá consejeros a modo en 2023. Las elecciones pueden estar en riesgo de no respetarse la voluntad popular. AMLO lo sabe y no está dispuesto a correr riesgos, destruyendo las instituciones democráticas que tanto tiempo nos llevó consolidar. Unamos fuerzas como sociedad civil, “La opinión pública, si se expresa, pesa en defensa del INE”.