Por Eduardo Salgado Sánchez

En el kilómetro 21, la conectividad entre el poblado con la cabecera y puerto de Acapulco, pende de una escalera, no de un hilo.

Una semana tiene ya que esa comunidad, al igual que todas las que están apostadas sobre la carretera federal México-Acapulco, permanecen incomunicadas y no hay forma de transitar con algún medio de transporte, derivado al colapso de carretera que se dio por la creciente de ríos y arroyos.

Desde entonces, ante la necesidad de trasladarse a la ciudad para poder comprar insumos y alimentos y otros más para poder reportarse sus lugares de trabajo, a los pobladores no les que más que arriesgar la vida, primero a través de una cuerda, posteriormente una escalera prestada por trabajadores de telefonía y ahora con unas escaleras metálicas colocadas y amarradas.

Son 25 metros de altura los que día a día, los pobladores tienen que subir con el Jesús en la boca y toda la última cena también, tanto en lo alto y en la parte de abajo, hay unos cuantos voluntarios para poder ayudar a las personas.

Uno por uno, uno baja, otro sube, la espera que ya se volvió cotidiana mientras maquinaria pesada enviada por los tres niveles de gobierno, trabaja en el puente colapsado removiendo escombros y tierra.

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