Enfoque Informativo

Dos científicas argentinas con colaboradores en los Estados Unidos descubrieron un mecanismo que explica por qué la infección puede conducir a los problemas de las arterias hasta un año luego del diagnóstico inicial

Hoy es el Día Mundial del Corazón. Un órgano que también se puede dañar por el COVID. Se sabe que después de tener la infección por el coronavirus o por el virus de la gripe, algunas personas están en mayor riesgo de tener un infarto del corazón o un ataque cerebrovascular (ACV).

Sin embargo, hay diferencias significativas en cuanto a la probabilidad de que eso suceda: los pacientes con COVID-19 tienen una probabilidad 7 veces mayor de sufrir un ACV que los pacientes con gripe. Su riesgo tanto de infarto del corazón como de ACV se mantiene elevado hasta un año después de la fase aguda de la infección.

Ahora, dos científicas argentinas Natalia Eberhardt y María Gabriela Noval fueron las primeras autoras de un estudio publicado en la revista Nature Cardiovascular Research que ayuda a explicar cómo COVID-19 aumenta el riesgo de infarto del corazón y ACV.

En el trabajo también colaboraron investigadores del Centro de Investigación Cardiovascular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York y de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai de Nueva York, Estados Unidos. Descubrieron que en algunos pacientes, la infección por el coronavirus SARS-CoV-2 puede desencadenar una peligrosa respuesta inmunitaria en las placas que recubren los vasos sanguíneos más grandes del corazón.

El sistema inmune del organismo humano evolucionó para destruir a los microbios invasores. Pero también provoca enfermedades cuando se activa en el contexto equivocado. Eso provoca una serie de respuestas denominadas “inflamación”, que se produce cuando las células inmunitarias y las proteínas de señalización se dirigen a los focos de infección.

Según el equipo de investigadores, una inflamación mal localizada puede provocar problemas cardíacos inmediatos y a largo plazo, como la formación de placas que obstruyen las arterias, y contribuir al grupo de síntomas que se engloban como “Covid prolongado”.

Los expertos llevan tiempo observando que el coronavirus aumenta la probabilidad de sufrir un infarto de miocardio o un ACV hasta un año después de la infección, especialmente en quienes ya padecen afecciones cardíacas subyacentes.

Sin embargo, hasta ahora no estaban claros los mecanismos específicos que explicaban esos riesgos.

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