Enfoque Informativo
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Una infidelidad refuerza el vínculo de pareja cuando se trata de un hecho pasajero sobre el que se puede dialogar con el propósito de mejorar la relación. De todos modos, siempre se requiere de buena voluntad y de trabajo conjunto
En principio puede sonar contradictorio, pero es verdad: a veces una infidelidad refuerza el vínculo de pareja. La clave está en el “a veces”. En esto, como en casi todo, no se puede generalizar. De hecho, no se puede hablar de la infidelidad en general, ya que en estos casos los matices sí cuentan y mucho.
Está claro que la infidelidad hace mucho daño, en especial cuando existe un acuerdo previo de no incurrir en este tipo de conductas. El punto es que tanto en esas situaciones, como en todas las que involucran el comportamiento humano, es necesario valorar el contexto para comprender la situación y organizar una respuesta frente a ella.
Contra todos los pronósticos, sí hay muchas circunstancias en las que una infidelidad refuerza el vínculo de pareja. No todas las infidelidades son una señal de que no se valora a la pareja o que el amor acabó. Tampoco siempre son una señal de que una persona se ha enamorado de un tercero. A veces solo constituyen un campanazo de alerta, en el marco de una relación a la que le queda mucho por vivir.
Las infidelidades
En realidad, no se puede hablar de la infidelidad como si fuera un concepto absoluto y unívoco. Podríamos decir que por lo menos existen dos tipos: la ocasional y la continua. A la vez, muchas infidelidades ocasionales conforman una continua y hay circunstancias específicas en las que una infidelidad continua tiene más de ocasional que de permanente.
Desenredemos el trabalenguas. Una infidelidad ocasional es aquella que se produce de forma esporádica y que no trasciende más allá del momento. Es continua si lo que se conforma es una relación paralela, más o menos estable. Ahora bien, si los momentos infieles se repiten una y otra vez, con diferentes personas, aunque ninguna de ellas trascienda, estamos ante un patrón estable de conducta.
De igual manera, hay ocasiones en las que una relación del pasado sigue haciéndose presente en el momento actual, de forma reiterativa. No hay interés en seguir cultivando ese vínculo, pero es posible que existan asuntos sin resolver que siguen reteniendo a la persona: culpas, dependencias, hijos, etc. Aun así, no se trata de relaciones paralelas que siguen una línea evolutiva, sino de reminiscencias de un pasado que se resiste a terminar.
El engaño
Lo usual es que la infidelidad suponga algún grado de engaño. Ese es uno de los factores que más dolor provoca en la persona que es víctima de esta situación. Pero aquí también hay matices: una cosa es omitir algo de información y otra muy diferente montar toda una ficción para sostener una relación clandestina.
Así mismo, no es igual ser infiel con alguien a quien la pareja no conoce, que serlo con su mejor amigo o amiga, o incluso con su hermano o hermana. También importa mucho la forma en la que se descubre el engaño y la reacción del infiel cuando todo sale a la luz.
En fin, todo esto va a un solo punto: es muy importante tener en cuenta las características específicas de la situación y el contexto en que se produce la infidelidad. Esto con el fin de estimar si la otra persona ha ignorado por completo nuestros sentimientos y nuestro ser, o más bien ha elegido un camino erróneo para sortear sus problemas o los de la relación.
Cuando una infidelidad refuerza el vínculo de pareja
Es posible elegir la forma de responder a la infidelidad. El mandato social de que siempre es imperdonable no tiene por qué operar en todos los casos. Es cada persona y cada pareja la que debe decidir cómo abordar este problema. De entrada, lo más aconsejable es no tomar decisiones de forma rápida, sino tomarse un tiempo para valorar la situación.
Tampoco se trata de situaciones que se puedan resolver pronto o fácilmente. Se va a requerir tiempo y trabajo, pero también fortaleza y paciencia, ya que la infidelidad implica un tsunami emocional. Lo más difícil es crear las condiciones para tener un diálogo franco y abierto con la pareja. En todo caso, siempre se logra mucho más cuando se desdramatiza la situación y uno renuncia a comportarse como víctima.
Además, una vez que se perdona la infidelidad, se atraviesa un proceso similar a un duelo, en el que uno llega a replantearse la vida y a valorar todo, en especial la relación, si merece la pena continuarla o no. Y si se considera que la pareja suma, hay solución. Eso sí, a veces la pareja podrá superarla sola y otras veces necesitará de la terapia psicológica para seguir adelante.
Así, una infidelidad refuerza el vínculo de pareja si se le da la importancia justa a ese hecho y se descubre que no toca ninguno de los meridianos esenciales de la relación. También si se aprovecha la situación para poner sobre la mesa los conflictos latentes u ocultos y se abordan de forma constructiva.
Así como muchas veces no es necesario demoler una casa por una grieta en la pared, en muchos casos tampoco vale la pena terminar una relación por un bache en el camino.