La mirada está en el reencuentro. En los ojos que sonríen, se arrugan y se achican. Frente a Palacio Nacional está la entrada principal a la XXI Feria Internacional del Libro en el Zócalo, el flujo es constante. Entran alrededor de 500 personas por hora, dicen los organizadores. No es mucho ni es poco, explica la chica con el bote de gel antibacterial. “Arrancamos a las 12 y la afluencia es suficiente para un momento como este”, ataja.
292 STANDS se habilitaron; ahí habrá más de un millón de ejemplares de 120 mil títulos de poco más de 900 sellos editoriales
Entre los pasillos que separan los 292 stands habilitados, en donde están disponibles más de un millón de ejemplares pertenecientes a 120 mil títulos de poco más de 900 sellos editoriales, una niña de apenas cinco años corre de un lado al otro alrededor de su madre y de su abuela. Las mujeres llevan en una bolsa libros de cuentos infantiles, un rompecabezas y un par de cómics para el adolescente que las espera en casa. Ya era justo y necesario salir, dicen. Justo y necesario salir para reencontrarse con la plaza pública y con los libros.
Del otro lado del Zócalo, hacia la calle de Madero, está otra entrada, justo a un lado del foro Francisco G. Haghenbeck, en donde Calacas Jazz Band, la agrupación mexicana de música jazz, hot jazz y dixieland, inspirada en la música de este género originaria de Nueva Orleans, canta sus éxitos frente a un público que, desde sus asientos, mueve la cabeza a un lado y al otro.
El concierto forma parte de las 200 actividades que preparó la FIL Zócalo, como conferencias, charlas y debates.
Afuera, Selik y su grupo de amigos bailan como solían hacerlo en sus clubes de bailes de swing, un género que, cuenta, se baila poco en la Ciudad de México. El grupo de jóvenes es de alrededor de 10, de entre 20 y 40 años de edad. Ríen, cantan, bailan. Llevan poco más de una hora sacudiendo las piernas, transpirando energía. “¡Ya me cansé!”, dice una de ellas. El cuerpo apenas reconoce que hace 19 meses dejó de bailar frente a las Calacas, cuando llegó la pandemia de Covid-19 y todo cambió.