Enfoque Informativo
“Absolutamente irreal”, tuiteó Josh Cassada junto a una preciosa foto de auroras boreales en las latitudes más septentrionales de la Tierra.
Josh Cassada, astronauta de la NASA, y Koichi Wasada, astronauta de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial, captaron un espectáculo hermoso desde el espacio: un cúmulo de auroras boreales brillando con su peculiar tono verde contra el resplandor dorado natural del cielo de la Tierra por la noche.
Ambos estaban a bordo de la Estación Espacial Internacional cuando capturaron el momento especial. “Absolutamente irreal”, tuiteó Josh Cassada junto a una preciosa foto de auroras verdes arremolinándose en las latitudes más septentrionales de la Tierra.
El punto de vista único de Cassada en el espacio nos ayuda a dimensionar el increíble alcance que puede tener el fenómeno, que se extiende cientos o miles de kilómetros alrededor de los polos del planeta.
Qué son las auroras boreales
Las auroras, o auroras boreales cuando se ven en el hemisferio norte de la Tierra, se producen cuando partículas cargadas emitidas por el sol chocan contra distintas moléculas de la atmósfera terrestre.
Las partículas solares ionizan esas moléculas, o les quitan electrones, y hacen que brillen. Las moléculas de oxígeno ionizado emiten la luz verdosa fluorescente que caracteriza a las auroras; las moléculas de nitrógeno emiten luz roja o rosada, mientras que las moléculas de hidrógeno y helio liberan luz azul y púrpura.
El fenómeno es más recurrente en latitudes altas, ya que las partículas solares cargadas tienden a desplazarse a lo largo de las líneas del campo magnético de la Tierra, es decir, en los polos Norte y Sur.
Alta energía procedente del Sol
Pero hay sus excepciones: cuando el Sol arroja una masa de plasma excepcionalmente grande, llamada eyección de masa coronal (CME), pueden aparecer auroras más grandes en latitudes mucho más bajas de lo habitual.
Precisamente fue algo de ello lo que provocó la aurora boreal que los astronautas captaron en los días recientes. Dos CME impactaron contra nuestro planeta el 26 y el 27 de febrero, según informa Space.com. Esta repentina afluencia de partículas cargadas probablemente alimentó la gran aurora que Cassada vio desde el espacio.
Estas CME son cada vez más frecuentes conforme el Sol se acerca al pico de su ciclo de actividad de 11 años, que actualmente se estima que se producirá en 2025.
Una llamarada especialmente potente puede desencadenar una tormenta geomagnética capaz de interrumpir las comunicaciones por satélite y radio, y dañar las redes eléctricas. Sin embargo, nada de eso parece vislumbrarse de manera inmediata.