Enfoque Informativo
La magia de la Navidad se fabrica durante todo el año en Chignahuapan, Puebla, gracias a las manos de artesanos orgullosos de producir millones de esferas que adornan las casas de mexicanos y extranjeros.
Esta artesanía de Chignahuapan ha llegado a adornar el Vaticano, se exporta a Alemania, España, Estados Unidos y Canadá, sin contar los miles de extranjeros que visitan ese Pueblo Mágico y aprovechan la oportunidad de llevar este producto mexicano.
De pintores a globeros, el oficio del artesano es común en este Pueblo Mágico de Puebla, donde se encuentran más de 200 fábricas y talleres. Ahí se diseñan diversos tipos de esferas y presentaciones, desde personajes navideños, hasta ruedas de la fortuna; aquí la creatividad no tiene límites.
Orlando Reyes es artesano hace 10 años. Su mamá, pintora de esferas y sus tíos fueron quienes le enseñaron esta profesión, como tradición.
Los artesanos como él, no sólo están atentos al proceso, también están acostumbrados a ser observados por miles de curiosos que llegan hasta este poblado para ver de cerca cómo se realizan esos adornos tan significativos de Navidad.
Los pasos para la elaboración de una colorida esfera navideña comienzan con tubos de un material muy parecido al vidrio y con aproximadamente 200 a 250 grados de calor. Con sus manos y la ayuda de una turbina de aire, el artesano realiza el primer paso, conocido como globeado, en el cual le dará la forma de esfera, gracias a una técnica conocida como sopleteado.
En caso de que se realicen otro tipo de figuras, como corazones o paletas, se pueden utilizar moldes, los cuales son tabiques de madera tallada.
Dependiendo de la dificultad y dimensión de las esferas, este taller puede llegar a producir de 400 a 600 piezas diarias.
El siguiente paso se llama metalizado, donde las esferas toman un aspecto parecido al espejo, para que cuando sean pintadas tengan una mejor apariencia. Para maniobrarlas se colocan en una herramienta conocida como araña, para después introducirlas a una enorme máquina.
Luego comienza el paso protagonista, las esferas se pintan y detallan una por una, en el taller de pintura y manualidades, donde cada pintor desafía su ingenio y destreza.
Al final, las esferas son empacadas y exhibidas al público. Todo el proceso se ha vuelto un atractivo turístico. Tan solo el año pasado, en el Castillo de la Esfera se recibieron 45 mil visitantes que pudieron observar de cerca la elaboración de la esfera artesanal.