Por Efraín Flores Maldonado
“Entre más pobre es un Estado, más fuerte es el nepotismo y el uso del poder entre parientes y amigos”. S.M. Lipset.
*Con aprecio para mi muy estimado amigo Amador Rodríguez Lozano ex-secretario general de gobierno en el Estado de Baja California.
Sin duda, todos los procesos democráticos tienen geografías y tiempos de génesis, desarrollo y maduración eficiente que producen realidades políticas y sociales concretas.
Los hechos, las ideas y decisiones del poder, generan espacios democráticos coincidentes y diferenciados.
Seymour Martin Lipset en su excelente libro “Algunos requisitos sociales de la democracia: desarrollo económico y legitimidad política”, afirma que en la democracia influye la cultura general, cultura política, educación, ética, religión, desarrollo económico y hasta la urbanización de las sociedades humanas.
En dicho proceso, dice el autor que más allá de los partidos existen organizaciones que reclutan participantes en el proceso político para sostener al poder público vigente o para criticarlo… acosarlo… y derrocarlo.
El sistema político y su estructura de poder materializada como gobierno, debe intentar siempre, hacer realidad un desarrollo económico que se traduzca en riqueza general de la sociedad; una realidad semejante es la que sostiene al sistema, es un indicio de la eficacia del sistema.
En la eficacia está a la vista “un sistema de toma de decisiones capaz de resolver problemas sociales y políticos”.
En una democracia madura, el gobierno genera siempre respuestas concretas a las propuestas y a las protestas.
El gobierno democrático eficiente genera acción…reacción… y creación para la solución de problemas.
Un gobierno así, tiene legitimidad que se traduce en “la capacidad de un sistema político para generar respuestas que contribuyan y mantengan la convicción de que las instituciones políticas existentes son las más convenientes y apropiadas para la sociedad”.
La legitimidad, históricamente ha sido básica para magnificar la capacidad de los gobernantes para superar las crisis con eficacia.
Cuando un gobierno pierde eficacia, su legitimidad se oxida y puede llegar a quebrarse, propiciando su derrumbe.
Promesas incumplidas, honestidades desmentidas, son elementos que quitan la máscara a los gobernantes demagogos.
Un grupo sectario que asalta el poder público y no lo oxigena con pluralidad política, negando el acceso a grupos democráticos, se vuelven regímenes ineficaces e ilegítimos y por lo tanto inestables.
Al nepotismo, al amiguismo llevando al poder a los peores, Aristóteles lo llamó oclocracia y pronosticó que invariablemente tienen como final un vergonzoso desmoronamiento.
Lipset hace un recuento de cómo el poder puede mantenerse si cumple con ciertos requisitos de la democracia; que son prensa libre, elecciones periódicas, corresponsabilidad, pluralidad partidista y rendición de cuentas del poder público.
Sus ideas han sido observadas por varios gobernantes, mientras otros han permanecido ciegos y sordos, manteniendo vigentes gobiernos nepotistas y corruptos.