Por Juan José Contreras Lara

Ahora que la pandemia del Covid 19 se achica en los titulares de los medios, porque las cifras de contagios y muertes han perdido impacto, resurge la otra pandemia, que nunca se ha ido, sino simplemente estaba en segundo plano. Me refiero obviamente a la violencia.

El hallazgo de los cuerpos de once hombres ejecutados en el municipio de Tangamandapio, en el norte de Michoacán, así como el recrudecimiento de las acciones de grupos criminales en diversos estados, entre ellos Guerrero, evidencian que esa pandemia continúa.

Demuestran también que la estrategia incoherente del gobierno federal para abatir el fenómeno simplemente ha fallado, en tanto que, en los estados, los gobiernos no atinan cómo lidiar con los reacomodos sangrientos de los cárteles, que se disputan ferozmente cualquier espacio territorial.

Lo que ha sucedido en Acapulco en los últimos días exhibe el fracaso de la estrategia de la cohabitación pacífica de los grupos, pues es una inocentada, en tanto que la política federal de “atacar el origen social de la violencia”, mediante esa dispersión de dádivas que hacen llamar “programas sociales”, sirve para la cosecha de simpatías electorales, pero nada más.

MIENTRAS en el puerto, la alcaldesa Avelina López Rodríguez parece rebasada por la nueva oleada de violencia, que incluso ya tiene el saldo de un periodista asesinado en los pocos días que lleva su gobierno, en Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, está enfocada en cumplir lo que prometió: acabar con el desbarajuste que le heredaron.

Conozco a la alcaldesa capitalina desde hace años, proviene de una familia que se ha distinguido por su determinación y esfuerzo para salir adelante. Nadie le ha regalado nada y se ha mostrado congruente con sus convicciones. La capital, sin embargo, es un toro difícil de lidiar.

El añejo déficit presupuestal, la falta de liquidez, la siempre conflictiva relación laboral con una plantilla de trabajadores súper inflada, la inviabilidad financiera de la Capach, son algunos de los desafíos que enfrenta la administración.

En Chilpancingo, sin embargo, la inseguridad está, hasta ahora, excepto episodios aislados, por lo menos contenida. No digo que sea el paraíso, pero conociendo el carácter de Norma Otilia, no creo que baje la guardia en éste, ni en los demás temas.

Lo que sí se ve difícil es que pueda ella sola. Hasta ahora ha recibido muchos ofrecimientos de apoyo de la 4T. Esperemos que pronto esos compromisos federales y estatales pasen de la palabra a los hechos.

Igual situación vive Avelina, nada más que en el puerto, el tamaño del problema de la inseguridad hay que multiplicarlo por diez. La duda es si habrá capacidad para enfrentarlo.

 

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