Pau Gasol (Barcelona, 1980) acaba de anunciar su retiro del básquetbol: “Me voy a retirar”. Cuatro palabras para poner punto final a una carrera extraordinaria, posiblemente irrepetible. En medio de un acto emotivo, solemne y muy sentido celebrado en un lugar emblemático de su ciudad, el Liceu de Barcelona, en plena Rambla, el español estuvo acompañado de familiares, amigos, excompañeros, entrenadores importantes en su trayectoria y distintas personalidades del baloncesto español.

Emocionado y sereno, ataviado con un traje gris, Pau se dirigió a los asistentes no sólo para anunciar su retirada. También quiso celebrar su trayectoria con algunos de los protagonistas que hicieron posible su magnífica película y brindar por el futuro, por los numerosos retos que tiene en mente.

No lo tenía tan decidido

Le ha costado tomar la decisión. Hasta hace poco más de una semana no lo tenía decidido. Su corazón le pedía seguir jugando, pero como tantas veces en el camino, Pau, siempre cerebral, decidió poner el fin. Se lo aconsejó Santiago Álvarez de Mon, uno de sus asesores personales. El profesor, experto en liderazgo y comportamiento ocupacional, terminó de convencerle. “Has tenido suficiente Pau, celebra lo conseguido, márcate otros retos”. Tras escucharle, se decidió.

Pau no quería un evento grande y no lo fue pese al mágico enclave del Liceu, que no fue elegido al azar. Había partido en el Palau, que estaba ocupado, y tampoco Pau quería vincularse al Barça, uno de los equipos de su vida, en su despedida. Quería hacer un acto más global, a la altura de un deportista que es un icono en España. También sabía que el acto debía ser en casa, en Barcelona. Muchas veces se había especulado que la despedida de Pau, dada la magnitud del personaje y su estrecha vinculación con el mundo olímpico, podía haber sido en el auditorio Goyeneche del COE, pero finalmente eligió el Gran Teatre del Liceu.

Rodeado de amigos

Pau apostó por algo íntimo en una de las salas del recinto. Las celebridades de su vida sí estuvieron. En primera fila se podía ver a toda su familia al completo, con sus padres, Agustín y Marisa, y sus hermanos Marc y Adriá. Acudió también el presidente de la FEB, Jorge Garbajosa, la plana mayor del Barça, con Joan Laporta, Juan Carlos Navarro, el mejor colocado en la sala y Saras Jasikevicius, sus primeros entrenadores, Agustín Cuesta y Joan Montes, y estrechos colaboradores que le han acompañado estos 20 años, como Joaquín Juan, su fisioterapeuta y preparador físico personal, Jordi Robert, ‘tuts’, de Nike, la firma que se vinculó a él cuando todavía era un júnior, y Pepe Casal, su primer preparador físico, “que me ayudó cuando era un tirillas”. No faltaron camaradas como Rudy Fernández, Felipe Reyes y Raúl López. En tiempos en los que el deporte se interpreta desde las trincheras, la Familia del básket español quiso despedir a su icono.

“Lo que todo el mundo sabe ya”

Como es habitual, Pau se hizo de rogar. “Le gusta hacerse el interesante”, decían siempre sus compañeros en las concentraciones de la selección, cuando aparecía el último para subirse el autobús o para dejar el comedor. Con media hora de retraso, apareció Pau, que fue saludando a los asistentes uno por uno. Sonriente y seguro, primero puso a los asistentes en antecedentes, contando su historia de estos dos últimos años desde que se lesionó en el pie, y cómo peleó “por lo improbable que era volver a jugar”. Como tantas otras veces consiguió tumbar a los prejuicios. Relató lo feliz que le hizo ganar la Liga y disputar sus quintos Juegos Olímpicos antes de comunicar su retirada, “lo que todo el mundo sabe ya, me voy a retirar del baloncesto profesional”.

Al que me gustaría verle aquí. Kobe me enseñó a ser un ganador. Gracias Kobe”

Después quiso agradecer lo aprendido a todos sus entrenadores, contando anécdotas de niño con ellos, le hizo un gran guiño a Marc hablándole cariñosamente en catalán y, sobre todo, realizó una mención especial a Juan Carlos Navarro, por “enseñarme el sentido de la amistad”. Pau parecía tan emocionado después de 30 minutos de discurso que se quebró al recordar a Kobe Bryant, “al que me gustaría verle aquí. Kobe me enseñó a ser un ganador. Gracias Kobe”. Pau terminó dirigiéndose a su familia, a la que agradeció que le hubiera acompañado en el viaje-aventura a la NBA hace 20 años, y también a su mujer, “lo más importante del mundo”.

“¿Y ahora qué?”, dijo después. “El precio de la grandeza es la responsabilidad. Es una frase. He intentado ser lo mejor posible. Quiero devolver al deporte todo lo que me ha dado a mí, en el COI, como embajador del Barça, como miembro de Icade, etc. Tengo muchas cosas en mente. Lo importante es el día a día, disfrutar el momento, y disfrutarlo con la gente que quiero, es lo que quiero hacer. Esto no es un adiós, es un seguimos. Tengo ilusión de hacer cosas importantes” comentó antes de coger a su hija, que lloraba. Él la calmó. Empieza su nueva vida. La leyenda se retira. Viva la vida.

COMPARTIR