Por Ernesto Rivera
La industria embotelladora dejó de usar las corcholatas hace años, hoy AMLO les dio una segunda oportunidad, pero no para su antiguo uso, sino para otros ya en la era digital de la 4T, quien las puso de nuevo a trabajar y les dio otra función no para tapar botellas y en dos modalidades, las corcholatas de años atrás y las tapitas siglo XXI, ambas de marca Morena.
Hoy las corcholatas fueron convertidas en una entelequia política que mucho apreciaría tener en su escenario el Circo Atayde, son un verdadero espectáculo de tercera, con un director de escenografía para fiesta de pueblo, léase Mario Delgado que busca a toda costa caracterizar en su escenario lo que No es, y presentando lo que sí es: pre precampaña.
Las corcholatas y las tapitas son de realidades políticas y tiempos diferentes. Los que trabajan desde la real polítik y las que traen como consigna la lealtad sobre todas las cosas, y en este sentido paradójicamente la creciente polarización religiosa jesuita & judía, “atizada” por el propio presidente descalifica a sus propias corcholatas, Claudia, renegada judía y al mismo Adán Augusto, símil del anticatólico, comecuras del también tabasqueño Tomás Garrido Canabal, enemigo mexicano de Dios, hoy presentado por el fundamentalismo pentecostés de Andrés Manuel López Obrador.
El racionalismo de Marcelo Ebrard y de Ricardo Monreal, los coloca en otra tesitura fuera del alcance de lo que provoque el pleito religioso&judío abierto por AMLO, que por lo menos por el momento están fuera de la furia y el odio presentado por AMLO al llamarles a unos “apergollados y a los otros hitlerianos”.
AMLO conoce por reportes de inteligencia civiles y militares, que en sus homilías los obispos y sacerdotes católicos denuncian que la 4T dinamita a la familia y a las instituciones Nacionales, cómo también sabe que, según el INEGI el 77.7% de los mexicanos se adscriben católicos y representan el 97.9% de millones de votos potenciales en contra de la elección presidencial del 2024.